(RV).- (Con audio) Hay “poderes mundanos” que querrían que la religión
fuera “una cosa privada”. Pero a Dios, que ha vencido el mundo, se lo
adora hasta el final “con confianza y fidelidad”. Es el pensamiento que
el Papa Francisco ofreció esta mañana durante la homilía de la Misa
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Los cristianos que
hoy son perseguidos – dijo – son el signo de la prueba que anuncia la
victoria final de Jesús.
En la lucha final entre Dios y el Mal, que la liturgia propone al final
del año, hay una gran insidia, que el Papa llama “la tentación
universal”. La tentación de ceder a los halagos de quien quisiera
salirse con la suya sobre Dios. Pero precisamente quien cree, tiene un
punto de referencia límpido hacia el cual mirar. Es la historia de
Jesús, con las pruebas que padeció en el desierto y después las “tantas”
soportadas en su vida pública, sazonadas con “insultos” y “calumnias”,
hasta la afrenta extrema, la Cruz, pero donde el príncipe del mundo
pierde su batalla ante la Resurrección del Príncipe de la paz. El Papa
Francisco indicó estos pasajes de la vida de Cristo porque en el
trastorno final del mundo, descrito en el Evangelio, la puesta en juego
es más alta que el drama representado por las calamidades naturales:
“Cuando Jesús habla de estas calamidades en otro pasaje nos dice que se
producirá una profanación del templo, una profanación de la fe, del
pueblo: que se producirá la abominación, se producirá la desolación de
la abominación. ¿Qué significa eso? Será como el triunfo del príncipe de
este mundo: la derrota de Dios. Parece que él, en aquel momento final
de calamidades, parece que se adueñará de este mundo, será el amo del
mundo”.
He aquí el corazón de la “prueba final”: la profanación de la fe. Que,
entre otras cosas, es muy evidente – observó Francisco – dado lo que
padece el profeta Daniel, en el relato de la primera lectura: echado en
la fosa de los leones por haber adorado a Dios en lugar de al rey. Por
tanto, “la desolación de la abominación” – reafirmó el Papa – tiene un
nombre preciso, “la prohibición de adoración”:
“No se puede hablar de religión, es una cosa privada, ¿no? De esto
públicamente no se habla. Se quitan los signos religiosos. Se debe
obedecer a las órdenes que vienen de los poderes mundanos. Se pueden
hacer tantas cosas, cosas bellas, pero no adorar a Dios. Prohibición de
adoración. Éste es el centro de este fin. Y cuando llegue a la plenitud –
al ‘kairós’ de esta actitud pagana, cuando se cumpla este tiempo –
entonces sí, vendrá Él: ‘Y verán al Hijo del hombre venir sobre una nube
con gran poder y gloria’. Los cristianos que sufren tiempos de
persecución, tiempos de prohibición de adoración son una profecía de lo
que nos sucederá a todos”.
Y sin embargo, concluyó el Papa Francisco, en el momento en el que los
“tiempos de los paganos se habrán cumplido” será el momento de levantar
la cabeza, porque estrá “cerca” la “victoria de Jesucristo”:
“No tengamos miedo, sólo Él nos pide fidelidad y paciencia. Fidelidad
como Daniel, que ha sido fiel a su Dios y ha adorado a Dios hasta el
final. Y paciencia, porque los cabellos de nuestra cabeza no caerán. Así
lo ha prometido el Señor. Esta semana nos hará bien pensar en esta
apostasía general, que se llama prohibición de adoración y preguntarnos:
‘¿Yo adoro al Señor? ¿Yo adoro a Jesucristo, el Señor? ¿O un poco a
medias, hago el juego del príncipe de este mundo?’. Adorar hasta el
final, con confianza y fidelidad: ésta es la gracia que debemos pedir
esta semana”.
(María Fernanda Bernasconi – RV).